Queridos hermanos,

Os saludo por primera vez tras mi elección como Consejero Mundial durante el último Congreso Regional, el pasado 12 de junio, festividad de la Santísima Trinidad. Os hago llegar aquí algunas reflexiones que transmití a los hermanos presentes en la clausura del Congreso.

Lo primero sin duda es agradecer a las personas que han regalado su tiempo a la Asociación los últimos años, con muchas renuncias y una dedicación y trabajo incansables e impagables que han dado y seguirán dando numerosos frutos.

En primer lugar, a Raul Fernández, quien con gran amor a la Asociación y espíritu de servicio ha sido nuestro Consejero Mundial los últimos 7 años, tras 6 años donde ya había sido nuestro Administrador Regional. Por supuesto también a los miembros de la SER que finalizan su servicio en la Asociación (Fernando Llamazares, Rafael Villar, Antonio de la Flor, Tere López, Zezinha Barroso, Benigno Palacios) y a los que han pasado por ésta en el último trienio (Inma Garzón, José Ramón Sariego, Luis Fernando Álvarez, Luisa Lagares).

Todos ellos han dado de forma generosa lo mejor de sí mismos para que todos nosotros seamos mejores salesianos cooperadores, siempre un poco más fieles a nuestro PVA. Gracias.

Este año las fechas elegidas para el Congreso se han enclavado entre medias de dos festividades litúrgicas dedicadas al Espíritu, Pentecostés y la Santísima Trinidad. Cuando celebramos un Congreso como éste, con carácter programático y además electivo, nos encomendamos al Espíritu Santo para que nos guie e ilumine nuestras decisiones. Os invito a ir más allá. Estemos siempre atentos al Espíritu. El contexto actual es complejo, cambiante. Son muchos los retos que nos plantea. Dejemos interpelar por el Espíritu para ser capaces de entender los retos que debemos afrontar dando a éstos las respuestas adecuadas. Os invito además a que, cuando hagamos nuestros proyectos, seamos ambiciosos, pero huyendo de la impaciencia y de los resultados inmediatos. Son muchas las situaciones que nos rodean que requieren una respuesta inmediata. Démosla. Pero son muchos los retos que se nos plantean que requieren de calma, reflexión y paciencia para dar una respuesta adecuada, respuesta que muchas veces implica procesos de conversión personal y de nuestras estructuras. No nos dejemos llevar por la impaciencia.